El sonido en el teatro Warfield fue bastante malo, pero la calidad de Manú y los demás superó eso. Al sonar los acordes de Clandestino o la Rumba de Barcelona los asistentes nos paramos a bailar y cantar.
Manú es muy solidario con los que no son ricos. La gente que tiene que migrar para buscar una mejor vida o la gente que tiene que organizarse y protestar contra el gobierno de su país para demandar mejores condiciones de vida. ¿No es esa una de las funciones del arte y la música en particular? Hacer que la gente sea feliz. Y algunas veces para lograr eso se requiere participar en eventos sociales y políticos. No por ello su canción Clandestino se convirtió en himno de protesta contra la expulsión de migrantes en Francia.
La música de Manú Chao es ya emblemática en varias generaciones. Música para relatar lo vivido, para expresar emociones, para protestar contra injusticias, para mantener la esperanza en que algo mejor viene en camino, por la carretera, cantaría él.