Esa noche Mick tenía ganas de oír música. Después de su paseo matutino en trajinera por los canales de Xochimilco, tenía ganas de escuchar música.
Preguntó en el lobby
del hotel donde se hospedaba dónde había un bar cerca con música en vivo. Le
dieron la dirección de un bar gay en la colonia Roma. Salió del hotel e hizo
señas a un taxi.
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¿A
dónde lo llevo joven? Preguntó el taxista. “Cantina con música” alcanzó a
responder en español pues no recordó la dirección que le habían dado. “¿Qué tipo de música?” volvió a preguntar el taxista.
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“Any
kind, cualquiera”, dijo.
El taxista se enfiló
al centro de la ciudad. “Conozco un centro nocturno” le dijo. “Tiene buna
música y guapas muchachas”. Detuvo el auto en la calle Brasil, frente al Bar
León. “Aquí es”, le dijo.
Mick pagó al taxista
y entró al lugar. Se sentó al bar y pidió una cerveza. El bar le recordó al
Marquee Club, en Londres, donde solía tocar con su banda. Pequeño, pocas mesas
alrededor del escenario donde un grupo llamado Recuerdos del Son tocaba música
cubana.
Las notas de “EL cuarto
de Tula” inundaban el ambiente. Mick movía la cabeza al disfrutar la música.
Vio varias parejas bailando e hizo algunos movimientos con los pies. Una chica
enfundada en un entallado vestido rojo lo miraba a unos cuantos pasos. Al fin
se acercó y le preguntó “¿bailas guapo?”. “No thank you”, Mick repondió.
Pero no pudo más. El vocalista del
grupo cantaba “de Alto Cedro voy para
Marcané...” cuando Mick se paró a bailar. En la
pista de baile daba palmaditas y alzaba los brazos. La mujer vestida de rojo se
acercó a bailar con él. Los movimientos de Mick parecían los de un gato cortejando a
una gata. Giraba y movía los brazos, la miraba a los ojos cuando la rodeaba por
la cintura. Al terminar la canción hizo una referencia de agradecimiento a la
mujer, dejó una propina en el bar y salió del lugar.
En el taxi de regreso
al hotel, la música seguía en su mente, mezclaba las frases de algunas
canciones “Please allow me to introduce myself, el cariño que te tengo no te lo puedo negar”. Mañana sería su turno
de dirigir el concierto, de hacer música con su banda. Mañana sería el amo del
escenario.
“Be ready, Mexico City” pensó cuando el taxi
entraba en la aún oscura madrugada.