A Jasmine le gustan las mariposas. Ahora que cumplió 15 años, nos dijo que crecer es como dejar de ser oruga para convertirse en mariposa. Le regalé el libro El Taller de las Mariposas, de la poeta nicaraguense Giconda Belli. Este es un fragmento.
El Taller de las Mariposas
Gioconda Belli
Las mariposas no pesan casi nada. Son leves. Son apenas como el pestañeo de la luz del sol, como si al sol le picaran los ojos y parpadeara rojo o amarillo. Como las hay de tantos colores, se podría pensar también que son estornudos del arcoíris... o pedacitos que se le desprenden cuando el arco no queda completo. Hace mucho tiempo, las mariposas no existían.
Los Diseñadores de Todas las Cosas sólo tenían permiso para diseñar, por separado, los animales del Reino Animal y las flores, frutas y plantas del Reino Vegetal.
Había, sin embargo, entre los diseñadores, un joven muy inquieto que se llamaba Odaer a quien esta prohibición le molestaba mucho porque a él le gustaba pensar en cómo mezclar las especies y hacer experimentos. Odaer era muy ingenioso y siempre estaba armando cosas con las manos. El y un grupo de sus amigos se reunían a escondidas en una cueva en medio de la floresta y hablaban y discutían sobre todo lo que se podría crear si los Diseñadores de Todas las Cosas tuvieran un espíritu menos rígido y fueran más atrevidos.
- Un árbol que cantara como pájaro o un ave que en vez de huevos pusiera frutas- decía Odaer a sus amigos.
La secreta obsesión de Odaer era, sin embargo, la de hacer una mezcla entre un pájaro y una flor. Ese era su proyecto mas acariciado, en el que pensaba día y noche, sin poder por más que se esforzaba, darle una forma con su imaginación a algo que a la vez pudiera volar como un pájaro y ser tan bello como una flor.
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