He asistido a conciertos de los Rolling Stones varias veces, pero esta ocasión fue especial. Los vi felices de tocar en la Ciudad de México, el DF, Chilangolandia. Improvisaron, tocaron buena música. Como cuando los artistas tocan en una fiesta de amigos. Estaban en casa, con los cuates.
Jagger
bromeó sobre Sean Penn y el chapo, habló en español, bailó como nunca, tocó la
guitarra un poco, la armónica, las maracas. Su voz impecable sigue siendo el sello de esta
banda.
Cuando
intrepretaban Miss you noté que algo faltaba. La canción sonaba diferente,
hasta que la luz enfocó a Keith Richards tratando de avanzar jalando el cable
de su guitarra (la que antes era inalámbrica). A la canción le faltaba la guitarra de Keith. Jagger moría de la risa.
Me percaté
mucho más que antes de la importancia que tiene Charlie Watts en el grupo, es el
que da solidez, consistencia y balance. Sólo otro baterista ha tenido una
importancia similar: Ringo Starr. La humilde caravana de Charlie al ser
presentado dice mucho de él.
Este lunes
14 de marzo The Rolling Stones conquistaron la Ciudad de México. Sonaba su
música en el transporte público, mucha, mucha gente llevaba una playera, o
gorra o un distintivo de la famosa lengua. Los jóvenes en la UNAM hablaban de
su música y tarareaban sus canciones. Su presencia se notaba en el aire.
Y yo extrañé a Lisa Fisher.
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