domingo, 13 de agosto de 2017

El Ritual

Ni siquiera a Buñuel se le hubiera ocurrido una escena así en alguna de sus películas. Un anuncio luminoso decía que el concierto de Jane’s Addiction sería transmitido a las 10 de la noche. ¿Aquí? ¿En esta árida ranchería de la sierra de Durango, a cientos de kilómetros de la civilización?

Me metí a lo que pensaba era una fonda a preguntar por más detalles. Era un burdel, la encargada me dijo que mientras tomara cerveza y pagara, no habría problema en sintonizar el canal del evento.

Llegué una hora antes, con varios de mis compañeros estudiantes de Chapingo, algunas mujeres. Después de las prácticas de agronomía, en algo había que distraerse. Nos sentamos en una mesa grande, frente a la televisión. En otras mesas habían hombres con sombrero, acompañados por mujeres del lugar. Bebían cervezas.

Al fondo estaba un pequeño escenario acondicionado para el pole dance. Una chica en topless cantaba una canción de Selena.

“Que humareda que nos viene ahogando
la gente se pregunta nadie sabe qué es
Un carro viejo que viene pitando
con llantas de triciclo y  motor al revés”.

La chica llegó a nuestra mesa con una botella de tequila en la mano. Acercó uno de sus pezones a mi boca mientras lo bañaba de licor. Sólo le sonreí, ante la desaprobación de mis compañeros varones y la curiosidad de mis compañeras. Regresó contoneándose al escenario.

“Carcacha, paso a pasito
No dejes de tambalear
Carcacha, poco a poquito
No nos vayas a dejar”.

La medianoche llegó después de dos rondas de cervezas. En la pantalla, la guitarra de Dave Navarro comenzaba el Ritual de lo Habitual, “Señores y señoras, nosotros tenemos más influencia en sus hijos que ustedes, pero los queremos”.

 Mis acompañantes me abandonaron. Las mujeres regresaron a las casas de los campesinos que nos hospedaban, -al otro día teníamos prácticas temprano, dijeron-. Los hombres corrieron al escenario donde un par de chicas bailaban alrededor de un tubo mientras se quitaban la ropa.

Una mujer con dos cervezas en la mano llegó a mi mesa.

- Hola guapo, ¿Por qué tan solito?


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